viernes, 2 de octubre de 2009

Demonios internos, voces del pasado.






Ayer por la noche fui a ver el musical de moda que se exhibe en mi ciudad en compañía de mi amado Lord Sergio y mi familia; todo iba de maravilla hasta que en una de las escenas intermedias, la actriz entonó “El mejor jugador” del grupo Abba; probablemente fue el gran sentimiento y melancolía con la que interpretó la melodía lo que logró que muchas personas del público fueran secando sus incipientes lágrimas conforme transcurría la canción:


No quiero hablar
de cosas que nos pongan tristes,
aunque todavía me hieren
ahora es otra historia.

He jugado todas mis cartas,
y tú también
ya no hay nada que decir
ya no quedan más ases para jugar.

El ganador se lo lleva todo
el perdedor se encoge
ante la victoria,
ese es su destino.

Estaba en tus brazos
pensando que pertenecía a ellos
en sentido figurado
construyéndome una valla.

Me refugiaba en mi hogar,
pensando que sería fuerte allí,
pero estaba loca
jugando con esas reglas.

Los dioses lanzarán los dados
sus mentes, frías como el hielo,
y alguien aquí abajo
va a perder a alguien querido. 

El ganador se lo lleva todo
el perdedor se ha derrumbado
es simple y está claro
¿por qué debería quejarme?.

Pero dime, ¿ella te besa
como yo solía hacerlo?
sientes lo mismo
cuando ella dice tu nombre?.

En tu interior
debes saber que te echo de menos,
no importa lo que diga
las reglas deben obedecerse.

Los jueces decidirán
todo lo que he aguantado,
los que sólo miran
nunca ganan.

El juego vuelve a empezar
un amante o un amigo
algo grande o algo pequeño
el ganador se lo lleva todo.

No quiero hablar
si te pone triste
y ya veo que quieres
que seamos amigos

Me disculparás
si verme tan tensa
te hace sentir mal

No me fío
ya ves
el ganador se lo lleva todo
el ganador se lo lleva todo


De por sí la letra era triste, sin embargo, la actuación en escena también me transportó al inevitable pasado; recapitulé rápidamente y con cierto coraje aquellos cinco años de mi vida que conviví con esa persona que, en ese entonces, creí tan especial e idónea para mí . . . ese personaje con quien planeé una boda, un destino, mi vida, además teníamos proyectos académicos e inclusive estábamos haciendo los planos y diseños del que sería nuestro futuro hogar. Realmente, no extrañé a ese hombre en particular, la verdad es que no . . . tan sólo añoré los momentos felices y los propósitos forjados que con él se fueron sin que haya manera de que regresen a mí, todas las sonrisas que prodigué y que no me serán traídas de vuelta, mis anhelos y esperanzas rotas que ingenuamente fui tejiendo al paso de los años, los muchos despertares y el abrir los ojos a nuevas situaciones y aventuras que fueron alejándome de mi inocencia infantil tan pura únicamente para aterrizar en un mundo gris, ajeno y alienado. No lo extraño a él, en serio que no, tan sólo quiero de regreso mis emociones y la capacidad de ser feliz nuevamente sin barreras ni fronteras, sin estar sospechando a intervalos irregulares si acaso el varón con el que estoy actualmente algún día me dirá fríamente, tal como en uno de los cuentos de Citlali Ferrer: “he perdido siete años de mi vida contigo y ya me voy”. Bien sé que en el amor debemos arriesgarnos a sabiendas de que en el juego existen posibilidades tanto positivas como negativas, y sin embargo, aun con todo sigo aquí soñando nuevamente al lado de Sergio, mi dulce amor . . . pero el frío, el vacío, el ser ahora mucho más racional que emocional y la experiencia de mis cortos o largos 25 años ya no me permiten habitar en mi reiterado mundo “rosa” tan lleno de dicha y felicidad.

Por si fuera poco, parte de la noche me quedé pensando en la reacción de mi adorado Sergio ante la escena del musical ya descrita . . . en un momento creo haberlo visto secándose discretamente un par de lágrimas, o al menos eso supongo haber contemplado . . . no obstante, ¿qué amores o desamores añejos también tiene clavados mi querido Lord?, ¿qué cosa lo ha marcado y le sigue doliendo aun cuando la herida pareciera estar resuelta y curada?. Sólo espero que no seamos dos viajeros que están juntos en la sala de espera de este tiempo únicamente para acompañarse mientras sanan sus heridas no resueltas y porque no hallan otro amor . . . ojalá todo sea como él me dice que es: sincero, puro, real.

Tal vez todos tenemos heridas no resueltas que, a la menor provocación, sangran y duelen de nuevo . . . quizá sólo negamos su existencia para aminorar el peso y poder seguir adelante sin antes haberlas superado; seguramente lo único que hacemos es “perdonar” pero jamás “olvidar”. Realmente cuánto puede llegar a lastimar el pasado si se le trae al presente, si es reciente, si no lo podemos liberar . . .

Después de la velada, me sentí triste y vacía . . . tal como si tuviera un enorme hueco en el centro de mi cuerpo por donde se colase el universo entero. Como si no tuviera o conociera otra emoción mi mente y corazón mas que la melancolía y la tristeza, como si la noche siempre tan bella se doliera conmigo para ser eterna olvidándose de su magia, romance y glamour y sólo deseara mostrarme las tragedias y desavenencias de la vida.

Recorrí parte de la ciudad esa noche hasta llegar a uno de sus extremos, mirando tan sólo el escenario que la actividad urbana nocturna me ofrecía a través de las ventanillas del automóvil. Quería estar nuevamente junto a mi Lord para saber otra vez que existen posibilidades más bellas y logran llevarse a cabo, pero tenía que despedirme de él, decirle “hasta pronto, luego nos veremos” y regresar a casa con la familia . . . justo esa misma noche desee insistentemente y con todas mis fuerzas ser su esposa para no tener que separarme de su lado pues me siento triste si no estoy entre sus brazos recibiendo sus cálidos besos y prodigándole tiernas caricias, sin su eterna mirada tan cristalina que no permite dudar del gran amor que me profesa, entrelazar nuestros dedos para sentir lo profundo de nuestras almas y sentimientos, para adorarnos con esa dulzura, fervor y ardor como hasta ahora . . . pero hay veces que me siento casi igualmente vacía estando aferrada a su pecho.

Pienso y creo que lo amo, pero temo que no sea lo suficiente o que no logre manifestarlo con la misma intensidad que lo concibo . . . que no se parezca ni un poquito a lo que él siente por mí, con esa maravillosa intensidad y espontaneidad. Temo que su amor tan puro y sincero no sea correspondido al grado que él merece y yo debería demostrarle, todo a causa de mis temores ocultos, de mis demonios internos que no he resuelto. Y no es que ande con miedos y escatimando en lo franca que soy y debo ser, temo que el pasado haya cambiado algo o mucho dentro de mí que no permita actualmente el libre fluir de mi esencia y corazón además de que mis pensamientos no sean claros . . . temo poseer algún miedo ignoto muy oculto en mí que me restrinja y ate al dolor del pasado impidiéndome ser todo lo que quiero y puedo ser, mermando mi intensidad al amar, cegando mi virtud de seguir creyendo y forjando esperanzas aunque me caiga y deba levantarme otra vez.

Quizá eso fue tan sólo un instante pasajero en el que me he detenido como muchas veces antes para reflexionar un poco los hechos acontecidos, para saber en qué punto de mi vida estoy posicionada y qué rumbo debo tomar . . . medito en la respuesta del famoso ¿y ahora qué?. Deseo encontrar esos grilletes y cadenas que me impiden avanzar con firmeza, dignidad y felicidad hacia mis sueños . . . y todo a propósito de un musical puesto en escena y una canción.










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