domingo, 17 de enero de 2010

Compañeros felinos


Comencemos por algo: yo no soy escritora ni me considero una, tan sólo pongo de manifiesto algunos de mis sueños y fantasías; sin embargo, al igual que esos grandes y sabios hombres de letras, he sucumbido al embriagante y seductor embrujo que tienen los gatos.


Mis tres hermosos bebés durmiendo la siesta en la otomana.

Y es que lejos de considerarlos como simples “mascotas”, son mis compañeros de vida: siempre tan sinceros pues te dan su amor porque quieren y no porque así se los pides (como sucede en el caso de los perritos); no son condescendientes con nadie, se respetan a sí mismos con dignidad y por eso llevan la cola en alto para recordárnoslo cada que se pasean entre nuestros tobillos; no somos sus dueños, tan sólo comparten la casa y sus vidas con nosotros porque así lo desean y lo han decidido.


La elegancia y dignidad de mi gata "Rajna".

Mucho he convivido con ellos, tanto que ya existe algo de felino en mí: perezosa, sincera, cautelosa, libre y distante, nocturna . . . ahora mismo intento desarrollar su sutileza y apoderarme de su misterio para ver el mundo a través de sus maravillosos e inquietantes ojos.


La belleza, ternura y misterio de Don "Ramya Ramsés".

Desde pequeña me protegen y cuidan de mis terribles pesadillas con sus ojos brillantes y su presencia silenciosa, siempre vigilando de cerca mi sueño . . . por eso nunca pierden oportunidad para saltar a la cama y yacer juntos el resto de la noche.


Amaneciendo con Rajna sobre la cama.
(y la colcha como siempre: en el suelo).

Jugamos, nos observamos, guardan mis desdichas y secretos, compartimos alegrías y el desayuno si estoy sola en casa . . . escuchan, callan y opinan lo que leen en mis ojos, me hacen recordar a diario la magnificencia de la Creación cuando estiran sus patas y con cuidadosa sutileza aprehenden uno de mis dedos.


Jugando a envolver al pequeño "Axayácatl".

También he aprendido a ronronear y a darme a respetar entre ellos (ya saben que si me arañan, serán arañados y si me muerden de igual manera habré de morderlos) . . . somos amigos y ellos no han de servirme así como yo no soy su esclava, pero los alimento porque quiero preservar su enigmática y maravillosa existencia.


Gloriosa y fabulosa vida de gato . . .

El aprecio recíproco los humanos nos lo ganamos y si se marchan de casa los extrañamos mientras reflexionamos en qué hemos fallado. También nos traen de vuelta la inspiración perdida y hacen avanzar cualquier escrito que esté estancado en la punta de nuestra pluma: no hay mayor musa que un gato viéndote directamente en serenidad.


Axayácatl subiendo al regazo de mi hermano.
(No hay mejor ejemplo de aprecio mutuo: ambos se adoran).

Todo escritor considera a su gato un hermano del alma, un ser hijo de la noche, un animal que no necesitan mendigar el cariño para sentirse realizado tal como los perros; esa extraña alianza de amor se explica por la actitud de libertad suprema del felino que podría traducirse, tal como una vez dijo el escritor Borges, en que “es un anarquista, en el sentido llano del término. No tiene horarios para escribir y su tarea muy raras veces la realiza a pedido”.


Uno de los anarquistas.

Los gatos siempre son reservados, y su carácter pareciera decirnos que son inteligentes o que saben algo que realmente lo es; no nos salvan, no corren riesgos innecesarios ni hacen locuras para divertirnos como los perros, ellos juegan para entretenerse a sí mismos; y no es que sean egoístas, simplemente tienen dignidad . . . ya depende de ti si te divierte verlos persiguiendo bolitas, trepando en tus cortinas o haciendo muchas otras barbaridades gatunas.


Rajna jugando con Axayácatl.

No sé que sea eso que fascina de un gato: su elegante y lento caminar, sus siestas maratónicas en el mejor sillón de la casa, el jugueteo con pelotitas o canicas o lo que sea que encuentre atractivo, el ronroneo previo a la caricia de una mano amiga, la crueldad con su presa preferida: el ratón, además del resto de bichos que complementen su felina comida, su suave pelaje, sus enigmáticos ojos . . . realmente no lo se, no obstante, su elegante belleza siempre saltará a la vista.


Hermosa incluso de noche.

Ellos siempre serán limpios, muy a pesar de las malas costumbres de higiene que tenga el humano con quien convive (que si te ensucia la alfombra es porque no le has destinado un lugar decente para eliminar lo que antes era agua y comida); son elegantes y no babean irremediablemente, te escogen. A un perro, por más mal que lo pase al lado de su “amo” ahí se quedará porque no tiene más remedio y un gato, para empezar, no tiene amo y se mudará al hogar que encuentre más digno de su presencia. Recordemos que siglos atrás, en Egipto, ellos fueron divinidades y luego, tristemente, aborrecidos en la Edad Media por la mera ignorancia y superstición de los hombres.


La limpieza ante todo: un rico baño de saliva.

Ahora bien, los gatos siempre estarán un paso o más delante de los perros (aun cuando éstos posean la fuerza y brutalidad suficientes para asesinar a un hermoso felino): según Elizabeth Von Muggenthaler, una investigadora científica especialista en bio-acústica, el ronroneo de un gato tiene un poder curativo. Cosa interesante, la frecuencia óptima para la estimulación de los huesos es 50 hertz y la frecuencia dominante fundamental para tres especies de ronroneos de gatos es exactamente de 25 a 50 hertz: las mejores frecuencias para el crecimiento de los huesos y la curación de la fractura.


Gatito curativo . . .

El ronroneo del gato cae bien dentro del rango anabólico de 20 — 50 hertz, y se extiende hasta los 140 hertz. Todos los miembros de la familia gatuna (con la excepción del chita) tienen un dominante o fuerte armónico a 50 hertz. Los armónicos de tres especies de gatos caen exactamente en, o dentro de 2 puntos de 120 hertz, una frecuencia que, según se ha encontrado, repara tendones, heridas de los ligamentos y también ayuda a fortaler y tonificar los músculos. Son buenas para cualquier tipo de herida de las articulaciones, curación de heridas, reducción de infecciones e hinchazón, alivio del dolor, y alivio de la enfermedad crónica pulmonar. ¿Verdad que los gatos son simplemente maravillosos?.


Lo mejor del mundo animal: un gatito ronroneante.




Y ahora un poco de música barroca de Bach, en honor a mis felinitos: Prelude in C minor BWV 997. Que lo disfruten ^_^.





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