lunes, 29 de agosto de 2011

Lullaby.




Las noches se hacen eternas
en medio de tanta espera,
la luna enmudecida
se oculta
para no serme compañera.

Sólo el sonido del cello
quiebra el silencio de la noche
¿por qué soledad y agonía
deben ser el sello
que marcan la otrora alegría?.

Sólo te veo en sueños,
te muestras distante
también en ellos;
no importa cuánto sean bellos . . .
te esfumas en un instante.

Despierto pronto
diario, cada madrugada,
envuelta en llanto
sin voz ni canto
sólo puedo hacer nada . . .

Porque tu ausencia duele,
y tu silencio hiere,
las palabras ya no bastan
ni de noche ni de día
para esfumar esta melancolía.

Y me pregunto . . .
¿por qué os trajo de vuelta
el tan sabio universo?,
¡decidme qué planes tiene
para que no le piense
maquiavélico y perverso!.

¿Sólo para hacer
más grande la herida?,
¿no bastaba el primer abandono
sufrido en las primicias
de mi soñadora vida?.

¿Qué debo aprender
ahora con tanto dolor?
sólo siento la espina
y de la rosa no veo el color
aun cuando de sangre se tiña.

Si tan sólo hubiera sabido
que después de haberte ido
me extendías los brazos
sin en tu corazón
antes haber cabido . . .

Si tan sólo pronto
lo hubiera sabido,
mi alma
no te habría otorgado
ni mi cuerpo cedido . . .

Porque
pesa la entrega
seguida del olvido,
duele estar amando
sin ya saber el motivo.

No sé
si ya os amo inútilmente
con los sueños destrozados,
cuando sois el asesino
de mi sincero cariño.

Todas las noches
cuando ha cedido el trabajo,
apago la luz
y me siento en la cama
con el corazón cabizbajo.

Todas las noches profundo respiro
pidiendo, rogando,
no volver a despertar en llanto
por todo el amor
que por tí yo he sentido.



Gail Filis
(11-agosto-2011)



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